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Autor: Desconocido Autor: Desconocido

Ovnis

El 24 de junio de 1991 un periodista de radio y televisión local llamado Ramón Pereyra y el camarógrafo Héctor Frutos fueron llamados urgentemente desde la estancia La Pepita, ubicada a diez kilómetros al sur de la ciudad y propiedad de la familia Basaldúa.

Fue precisamente su propietaria, la señora Gonçalves de Basaldúa, la que desde hacía varias noches, descansando en compañía de su empleada Irma sentadas en la galería de acceso a la vivienda, venían observando extrañas luces rojas evolucionando a baja altura sobre la Laguna del Pescado.

Ellas mismas comenzaron a bromear entre sí respecto del ovni de las 9 (todas las observaciones se realizaban alrededor de las 21 horas) pero curiosas por no poder encontrarles una explicación convencional (la frecuencia horaria les hizo en principio pensar en un vuelo comercial) decidieron llamar al periodista, por cierto muy popular en la zona, para participarle la inquietud.

Así fue que esa noche, pasadas las veinte horas, ambos profesionales se ubicaron en la amplia explanada que da frente a la vivienda, ignorantes no sólo del episodio que estaban a punto de protagonizar, sino asimismo de la saga que ello desencadenaría. Y fue cuarenta y cinco minutos más tarde, cuando una brillante luz roja proveniente del norte se dirigió hacia los testigos, se detuvo algunos segundos sobre la vertical de la laguna y luego salió disparado hacia el oeste, en dirección a la gran ciudad de Rosario, ubicada sobre la otra margen del ancho Paraná y sus islas, tal como tantas noches antes lo había hecho.

Sólo que esta vez había una diferencia. Una cámara de video funcionando.
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